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Guerra, Guerra

©2003, Eugenio Zigurat |

No es que no nos importaran esos países que nunca conoceremos o las mujeres que los habitan (a las que nunca tendremos) o que nos preocupara el precio de la gasolina. Era una cosa mucho más egoísta. O, en todo caso, hedonista.
Pero estábamos ahí. Uso el plural porque, para bien o para mal, aunque la idea salió de estas borrachas neuronas de brandy y no sólo de sol, lo que empezó como una broma a medias se transformó en unas cuantas horas en una consigna apoyada que ahora tiene mucho que ver con el curso de la paz mundial.
Ahí estabamos (y espero que ahora ese señor grillo llamado consciencia se quede al fin callado), parados en frente del Zócalo, en una marcha bastante nutrida y regordeta, cuando vimos que un nuevo contingente alzaba nuestra ridícula bandera y gritaba consignas aumentadas y mejoradas.
La sorpresa podía ser suficiente, si tomamos en cuenta que nutrida y regordeta significaba veinte gatos flacos y harapientos, pero si a eso le agregan el hecho de que en la nueva comitiva ¡había mujeres!, empezarán a comprender el por qué de este asombro y, de paso, el mismo flujo de este escrito (nota pertinente: uso ustedes porque abrigo la esperanza de que más de uno leerá esto).
El caso es uno. Estábamos ahí, frente al Zócalo (es importante el sitio geográfico, no se quejen), cuando ese nuevo desfile no sólo nos robó la voz, sino la completa vigilia. Y cuando digo que nos robó la voz, no se trata de una mera figura. La boca nos empezó a salivar y los mensajes dejaron de ser los originales. Repetíamos como marionetas lo que salía de aquellos labios femeninos.
Para ser justos, cuando escribí ”aumentadas y mejoradas”, tampoco pretendía usar lenguaje figurado: el nuevo grupo no sólo había captado la esencia, los cimientos que algo tenían de realidad, sino que lo procesaron a través de verdaderos molinos de intelectualidad.
Pálido se quedaba nuestro grito:
—¡Bush cree en el arte, el arte quiere otra guerra mundial!
En defensa propia he de decir que sólo en labor de galanteo había participado antes en una marcha de protesta. Y los que me siguieron, en un primer momento, tenían semejante curriculum protestante.
Repetir la perfeccionada consigna, sería faltar a la potencia de sus memorias.
El caso es que, babendo (frente al Zócalo), con las astas de las banderas de tela medio levantadas y las de carne en pleno despliegue, las vimos llegar.
A ellos no. Nuestros ojos sólo buscaban curvas femeninas.
El milagro sucedió: ellas preguntaron por los fundadores, por los cinco que firmamos el manifiesto inicial. Hubo abrazos, besos en el cachete que no siempre atinaron la zona.
Eran ochenta integrantes, y sólo quince eran mujeres (no, no soy foxista. Y sí, en genérico va el rollo).
Los nuevos reclutas de nuestra original veintena (quince), pidieron mano, chance; argumentaron y contrargumentaron, mientras la más guapa del conjunto se acercaba a mí con los ojos blancos de radiantes.
La reacción fue termonuclear en mí y no pude sino soltar más baba. Cosa que a ella no pareció importarle. Su abrazo fue más firme que los de sus compañeras. Además dijo una palabra clave de cinco letras, en mi oído. Cinco letras bastaron para que, aún gritando la nueva consigna, aprovecháramos el ocasional paso de un globero para escabullirnos de ahí.
En el hotel ella no paraba de hablar sobre mi vena visionaria. Hablaba de las dos guerras mundiales, del dadaísmo, del existencialismo, del importantísimo impulso que la doble contienda global dio a las artes. Habló y habló, hasta que yo empecé a quejarme y luego ella y luego juntos...
Ella era poeta. Digo era, porque ahora se niega a verme. Ella tiene un nombre y aunque soy un caballero, al final de este relato, ustedes sabrán de quién se trata, pese a que no lo diga o lo escriba con todas sus letras o con ninguna inicial.
El caso es que los quejidos nos llevaron a despertar a las once de la mañana del siguiente día y yo, que necesito noticieros para el completo desaturdimiento, tuve la original idea de no faltar a la costumbre.
En todos los canales pudimos ver cómo un ejército de granaderos hacía papilla las caras de nuestras compañeras... Y sí, también de los compañeros (esto no fue foxismo, simple preferencia sexual).
Después, segundos después, vimos también las protestas de los intelectuales de occidente, que, en parte por el maltrato recetado a nuestros partícipes de marcha, en parte por comulgar con las ideas, decidían unirse al movimiento pro tercera guerra mundial.
Vi salir apresurada a la poeta. Sus compañeros la mencionaban en sus actas de adhesión al movimiento (¡ya se llamaba movimiento!). Pero ella y yo, no estábamos tras las rejas (creo que tras lo anterior, su identidad ha quedado más que aclarada).
Hoy (uno nada Fox) han pasado dos días de bombardeos. Los hongos atómicos llenan al planeta. Si Área 52 alojó algún día un ovni, ahora esa irrefutable prueba está hecha añicos, junto con Texas, parte de Nuevo Laredo y Monterrey. Y otros estados que no me sé de Gringolandia.
Hoy no hubo noticiarios, de hecho ninguna transmisión de TV y en lugar del tono de ocupado, cuando le marco a esa poeta que se quejara junto, bajo y sobre mí, sólo percibo en el auricular algo que me recuerda el crepitar de un contador geiger.
No sé si las bombas llegarán pronto, si ya se firmó la paz o qué pasa allá afuera... Tenía que suceder: los pulsos electromagnéticos han freído nuestros sistemas de comunicación.
La gente está desesperada y actúa como una manada de gorilas descerebrados... Por mucho esfuerzo que haga no puedo ver tales manifestaciones como parte de un arte... de cualquier arte.
No hay más galerías abiertas y tampoco me apetece la perspectiva de robar libros, de iniciar la rapiña en esos comercios.
Cuando cosas como éstas pasan, a uno le da por sentirse responsable, ¿quién fuera a creerlo? Con todo, lo peor es que lo único que en verdad llena mi cerebro es una frase estúpida: “con un poco de esfuerzo, igual me hubiera encamado una iraní”.

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“Guerra, Guerra”

  1. Anonymous Anónimo Says:

    En verdad vales 1000... Quien te dijo que escribieras, no te quiere!! Por que no te consigues una chambita por ahi?? en verdad eres peor que nada y sobre todo 100% creativo.

    Ahi nos vemos...

  2. Blogger Unknown Says:

    Orale, para ser del 2003 luce macabramente actual.
    Muy al estilo Orwell este relato hace su papel de advertirnos el cuidado que debemos tener con nuestras acciones.